Aviones Cirrus: cuando volar es una pasión familiar

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Las raíces de Cirrus Aircraft se remontan a mediados de los años 60, en la historia familiar de los dos fundadores, Dale y Alan Klapmeier: a DeKalb, Illinois, donde sus padres, Larry y Carol Klapmeier, trabajaban duro en una residencia de ancianos. Larry y Carol tuvieron tres hijos, Ernie (el mayor) y Alan y Dale.

 

Carol, siempre ocupada entre sus tres hijos y el trabajo, solía ir al aeropuerto local en busca de un poco de relax, mientras sus hijos veían volar los aviones y jugaban con maquetas de aviones. Esas horas pasadas aparcados junto a aquella pequeña pista de aterrizaje del Medio Oeste acabarían llevando a Ernie, Dale y Alan a apasionarse por la aviación desde una edad temprana.

 

Así que los tres del instituto juntaron sus ahorros para comprar un Cessna 140 de 1947. Dale, que sólo tenía 15 años, aprendió a volar en este avión incluso antes de aprender a conducir un coche, mientras que Alan, fascinado por los aviones, empezó a visitar los aeropuertos cercanos. Alan y Dale perfeccionaron sus habilidades de diseño cuando eran adolescentes, por ejemplo arreglando un 7GC Champion averiado en 1979.

 

En aquellos años, Alan y Dale vivieron una experiencia que cambiaría sus vidas: durante un corto viaje de Wisconsin a Illinois, los dos hermanos, que pensaban que sólo encontrarían mal tiempo en su vuelo, se vieron sorprendidos en cambio por un hermoso cielo despejado velado por esponjosos cirros. De ahí surgió el nombre de su empresa, Cirrus Aircraft.

 

Los primeros años

 

Alan estudió en el Ripon College de Wisconsin. Allí conoció a un ingeniero aeronáutico de talento, Jeff Viken, con quien empezó a trabajar ya en 1979. Así se desarrolló lo que hoy es «Cirrus Design».

 

En cuanto Dale se licenció, en diciembre de 1983, los hermanos pusieron en marcha la empresa. Alan y Dale, junto con Jeff y su esposa Sally, empezaron a trabajar en el prototipo del VK-30 (de las iniciales de Viken y Klapmeier), inicialmente en el sótano y el granero de los padres de los hermanos Klapmeier, Larry y Carol.

 

El VK-30 era un avión de aspecto futurista con cuatro o cinco plazas. Al poco tiempo, los hermanos se dieron cuenta de que la granja familiar era un espacio demasiado pequeño para trabajar, por lo que trasladaron el proyecto al aeropuerto local de Baraboo.

 

Poco a poco se unieron al equipo Dennis Schlieckau y Paul Johnston, dos mentes creativas que contribuirían al diseño y desarrollo de la serie SR.

 

La primera ampliación de la empresa

 

Cirrus se trasladó de Baraboo a unas instalaciones mucho más grandes en Duluth (Minnesota) en 1994 para centrar sus esfuerzos en el desarrollo y certificación de un nuevo tipo de avión.

 

En 1997, la empresa, en rápida expansión, construyó una planta de producción adicional en Grand Forks (Dakota del Norte). Después del VK-30, Cirrus fabricó la serie ST50, que voló por primera vez en diciembre de 1994.

 

Fue un proyecto encargado por una conocida empresa israelí, Isravation. El punto de inflexión llegó en 1998, con la certificación de la serie SR20: Cirrus entró en el mundo de la aviación en un momento en que el sector estaba estancado y necesitaba un cambio.

 

El SR20 ha cambiado el sector de las avionetas con su cabina amplia y cómoda, una pantalla multifunción de 10 pulgadas, mandos de vuelo laterales y muchos otros avances tecnológicos que han contribuido a mejorar la forma en que los pilotos se desplazan por el planeta.

 

Sin embargo, la característica que ha hecho a Cirrus tan popular en todo el mundo probablemente no esté tanto en los modelos individuales de avión, sino en una innovación que la compañía aportó a la industria de la aviación: el Cirrus Airframe Parachute System® (CAPS®).

 

El paracaídas balístico

 

CAPS® se inspiró en una colisión en pleno vuelo que el cofundador Alan Klapmeier experimentó en su piel en 1985. Aunque había perdido parte de un ala, Alan consiguió aterrizar en una pista cercana.

 

Después de esto, Alan no dejó de volar sino que, por el contrario, inició una denodada búsqueda para hacer la aviación más segura: así nació la idea de incluir un paracaídas como equipamiento de serie en todos los aviones Cirrus. Los hermanos Klapmeier iniciaron este reto a principios de la década de 1990 contratando a Paul Johnston como ingeniero jefe para averiguar cómo instalar un paracaídas en el SR20. La idea era una adaptación de un diseño de un piloto del sur de Minnesota, Boris Popov, que desde 1980 equipaba ultraligeros con un paracaídas balístico.

 

La tarea de desarrollar CAPS llevó años de investigación, pruebas y errores: Cirrus fue el primer fabricante en recibir el Certificación de la Administración Federal de Aviación (FAA) para aviones con sistemas de paracaídas balísticos y sigue siendo la única compañía aérea que implanta el dispositivo como equipamiento de serie en todos sus modelos.

 

Cirrus hoy

 

Cirrus sigue aportando cambios importantes al sector, por lo que en 2017 abrió el ‘Vision Center‘ en Knoxville (Tennessee) para ofrecer una experiencia innovadora a sus clientes. El futuro de la compañía está marcado hoy por el monomotor Vision Jet SF50, que en Aviación Profesional tendremos el placer de acoger en nuestra flota a partir de este otoño.

 

 

Como escuela de vuelo, elegimos los aviones Cirrus por su calidad y seguridad, y por eso nos gusta compartir aquí las opiniones de Dale Klapmeier, cofundador y CEO de la compañía: «Cirrus Aircraft fue nuestro sueño de la infancia para conectar a más gente con la aviación, haciéndola fascinante tanto para los pilotos como para los pasajeros. Queríamos crear una experiencia más intuitiva, más cómoda y más atractiva. Y años después, estoy orgulloso de cómo nuestro equipo ha conseguido redefinir las categorías de pistones y reactores a través de la innovación, el rendimiento y la seguridad.

Hemos recorrido un largo camino desde aquellos primeros días en el granero de nuestros padres, pero nuestro viaje no ha hecho más que empezar.