Porque tienes que ser un conductor humilde

Cuando uno se entera de un accidente aéreo, no es raro preguntarse hasta qué punto el factor humano influyó en los acontecimientos: a veces, por desgracia, la sospecha de que el percance es en parte consecuencia de las decisiones tomadas por los pilotos no está tan lejos de la realidad.

En uno de nuestros artículos mencionábamos laarrogancia y el egocentrismo entre las actitudes más peligrosas que puede adoptar un conductor. Detrás de la arrogancia puede haber muchas razones psicológicas: no podemos ocultar que cierta confianza en uno mismo y la autocomplacencia son rasgos comunes de muchos conductores.

Se trata de características que no son malas en sí mismas, pero que, situadas en determinados contextos, pueden acarrear consecuencias peligrosas. De hecho, cada vez que un piloto se desvía de los procedimientos operativos estándar y decide no escuchar las aportaciones de otros miembros de su tripulación o de quienes le proporcionan información desde tierra, hace que la situación sea impredecible y crea las condiciones para cometer errores irreparables.

En nuestra opinión, la perspectiva opuesta a la arrogancia es aconsejable, especialmente para los pilotos al principio de su carrera: hablamos de«humildad» y a continuación explicamos por qué esta actitud es sin duda más productiva que su opuesto exacto.

Los pilotos humildes son conscientes de que, por mucha experiencia, formación y talento natural que tengan, pueden cometer errores y, por tanto, están más dispuestos a aprender y mejorar. Un piloto humilde nunca cree poseer un conocimiento total, confía en los procedimientos operativos estándar y está dispuesto a escuchar a la tripulación. En resumen, el conductor humilde es un conductor «seguro», para sí mismo y para los demás.

Hay algunos buenos hábitos que pueden ayudarte a adoptar una actitud más atenta y proactiva: veámoslos juntos.

Analiza causa y efecto

Un elemento clave para la supervivencia de todos los seres humanos es la capacidad de relacionar causa y efecto. Los conductores, en particular, deben estar muy orientados a los resultados: sólo así podrán comprender plenamente el porqué de lo que ocurre a su alrededor.

Un piloto arrogante puede distinguir entre vuelos con buenos resultados y vuelos «malos», pero asume que todas sus acciones siempre conducen a buenos resultados. No tiene la humildad de analizar las causas de un error, de un vuelo que no sale bien, de un retraso: se limita a culpar a la acción de otra persona, al «sistema» o simplemente a la mala suerte.

Un piloto humilde entiende que todos los procedimientos tienen como objetivo el éxito del vuelo y si algo ha ido mal, hay que revisar las acciones y decisiones tomadas y entender cuáles deben mejorarse. Es una actitud que implica mucha honradez, porque a menudo hay que admitir que se han hecho valoraciones equivocadas.

Busca siempre la verdad

 El punto fundamental que distingue la arrogancia de la humildad es la capacidad de ser honesto. No es fácil ser sincero con uno mismo y admitir tus defectos, pero es la mejor actitud  que te impedirá caer en la autocomplacencia.

Un piloto arrogante tiende a ignorar los procedimientos operativos estándar que requieren un esfuerzo adicional, los que dañan su idea de estar por encima de todo o los que  requieren una admisión implícita de haberse equivocado en el pasado.

Los pilotos humildes, en cambio, son conscientes de que no pueden saberlo todo, que incluso pueden  olvidar cosas que antes sabían y que, por tanto, no son inmunes a cometer errores. Un piloto así sabe asumir responsabilidades.

Ser autocrítico

Cuando algo a nuestro alrededor no sale como esperábamos, el 90% de las veces la causa está en nuestra propia elección.

Un conductor arrogante siempre tiene una excusa para todo y siempre encuentra a alguien a quien culpar.

Un piloto humilde tiene una mente abierta y sin prejuicios cuando se trata de identificar la relación causa-efecto de lo que ocurre en la cabina. Cuando algo no sale según lo planeado, coloca sus propias acciones a la cabeza de la lista de sospechosos y acepta abiertamente la responsabilidad, tratando de aprender del episodio.

Un piloto que es autocrítico, tiende a seguir los procedimientos estándar y consigue así crear un entorno de cabina más relajado y eficiente. Y esto nos lleva al siguiente punto: un conductor humilde, para los que trabajan con él y para los que le rodean en general, es de fiar.

Un piloto humilde es fiable

 Ya hemos dicho que un conductor arrogante es imprevisible: en cambio, un conductor humilde, al elegir los procedimientos, es más previsible y, por tanto, es más fácil depositar nuestra confianza en él.

Un conductor arrogante sólo sigue los procedimientos estándar si cree que son convenientes o cuando es observado por alguien a quien teme (un examinador, un superior o quizá un inspector de la autoridad).

Un piloto humilde se da cuenta de que esos procedimientos y todas las enseñanzas están diseñados para satisfacer las necesidades de todos los pilotos, incluidos los más experimentados que aún pueden ser víctimas de la fatiga o de algún descuido ocasional.

Si la situación requiere una desviación ocasional de los procedimientos habituales, un piloto humilde opta por analizar la situación, evalúa por qué esos procedimientos pueden no funcionar y sólo entonces interviene modificando el procedimiento.

Mira siempre más allá de tus narices

 El principal objetivo en aviación es completar el vuelo sin poner en peligro la seguridad de nadie y sin infringir ninguna norma: éste debe ser tu verdadero propósito como piloto, incluso antes que tu satisfacción profesional personal.

Resumiendo: el conductor humilde entiende que cada acontecimiento tiene una causa; es lo bastante honesto para darse cuenta de que a menudo él mismo es la causa de lo que ocurre; su actitud es previsible y, por tanto, fiable; y su actitud de mejora suele contagiar a todo el personal que trabaja con él.

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